-Hijo mío, hoy cumples siete años. Ya eres un hombre. Entierra tu primer juguete y el retrato de tu madre.
Y más adelante:
-¡Destrúyeme! No dependas de nadie.
Pocas palabras, alta pedagogía. Uno no puede sino asentir en silencio, maravillado, cómplice, aunque ligeramente incómodo.
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