domingo, 31 de mayo de 2009

EL TOPO

Al comienzo de la película El topo, Alejandro Jodorowsky le dice a su hijo:
-Hijo mío, hoy cumples siete años. Ya eres un hombre. Entierra tu primer juguete y el retrato de tu madre.
Y más adelante:
-¡Destrúyeme! No dependas de nadie.

Pocas palabras, alta pedagogía. Uno no puede sino asentir en silencio, maravillado, cómplice, aunque ligeramente incómodo.

viernes, 29 de mayo de 2009

NO ME ACUERDO

A la manera (o mejor dicho, a la contramanera) de Georges Perec, he escrito algunos "no me acuerdo":

1. No me acuerdo de la cara de mi abuelo materno.
2. No me acuerdo de la tabla periódica, ni de la clasificación de Carl von Linneo, ni de cómo diablos me las apañé para aprobar derecho del trabajo sin abrir el libro una sola vez.
3. No me acuerdo de mi último día de clase en la facultad de derecho ni de mi primer día de clase en el instituto de criminología.
4. No me acuerdo de los nombres de la mayoría de los actores y actrices de cine, sean buenos, malos o regulares.
5. No me acuerdo de la cara de mi primer maestro, ni de la cara de la monja que me daba clases en segundo de EGB y que me tenía prohibido jugar con las niñas.
6. No me acuerdo de cómo me fui enredando en eso de hacerme abogado.
7. No me acuerdo de la primera vez que dejé de telefonear a casa para decir que llegaría tarde, aceptando de antemano el seguro ataque de histeria de mi madre y los no menos seguros bofetones de mi padre.
8. No me acuerdo de la primera vez que dormí fuera de casa.
9. No me acuerdo de quién me enseñó las reglas del ajedrez, pero la tradición, el psicoanálisis y la estadística coinciden en señalar a mi padre como el principal sospechoso.
10. No me acuerdo de quién fue primero, Flipper o Tula.
11. No me acuerdo del título de aquella novela que leí en mi infancia cuyo personaje más atractivo, al menos para mí, era el de aquel viejo medio loco que vivía encerrado en un torreón dedicado al estudio obsesivo de la (insignificante) historia local.
12. No me acuerdo de dónde me viene la manía de contar las palabras por línea y las líneas por página de todo libro que cae en mis manos.
13. No me acuerdo de las razones (o sinrazones) que me llevaron a dejar de hablarle a mi amigo A.
14. No me acuerdo de lo que hice el 13 de julio de 1976, ni de lo que hice o dejé de hacer el 24 de febrero de 1989, ni de lo que hice o me hicieron el 11 de abril de 1991.
15. No me acuerdo de adónde fue a parar el escritorio de mi abuelo.
16. No me acuerdo de lo que almorcé ayer.
17. No me acuerdo del número de mi cuenta corriente.
18. No me acuerdo de cómo nos la arreglábamos para sobrevivir sin teléfonos móviles ni aire acondicionado ni tarjetas de crédito. Pero nos las arreglábamos.
19. No me acuerdo de la efigie que aparecía en los últimos billetes de mil pesetas.
20. No me acuerdo del nombre del colegio al que me apuntaron mis padres cuando tenía siete años y en el que por fortuna sólo estuve un curso. En cambio, recuerdo perfectamente que el autobús que cada mañana nos recogía a mi hermano y a mí para llevarnos al colegio se llamaba “ruta 10”.

martes, 12 de mayo de 2009

PULP / MANHATTAN TRANSFER

Hará cosa de un mes leí Pulp, de Bukowski, una magistral parodia de las novelas de detectives. Manhattan transfer se me ha atragantado, quizá porque mientras la leo no puedo quitarme de la cabeza la extraña idea de que todos los personajes que aparecen en la novela están muertos, son muertos que deambulan por la Nueva York de principios de siglo pasado. Así que cuando habla, pongamos por caso, el abogado, es un abogado muerto el que habla, cuando habla la actriz es una actriz muerta la que habla. Nunca me había pasado antes algo así. La lectura en estas condiciones puede resultar muy fastidiosa.