viernes, 18 de febrero de 2011

La ciudad es el recuerdo

Esa ciudad, abandonada a su suerte y devastada por la piqueta, en la que a falta de otra cosa uno acababa por encariñarse con la mugre, los jaramagos, las paredes desconchadas y los escombros, cuyos rincones olían a orines y a excrementos de perro, cutre y borde al mismo tiempo, ya sólo existe en la memoria de los que hubieron de pasar en ella un trecho de su vida, y no precisamente el peor. Para los nostálgicos del derribing (arte de colarse en un derribo y deambular entre cascotes) y del estacionamiento ad líbitum, pongo aquí uno de los cortometrajes que a finales de los años setenta filmó, con pocos medios y mucha cara, el arquitecto y/o cineasta Juan Sebastián Bollaín, tío de Icíar. Merece la pena, creo yo, recordarse uno a sí mismo atravesando la plaza del Pozo Santo, camino del colegio, con uno de aquellos fantásticos pantalones de campana que mamá nos compraba en Simago.


3 comentarios:

SBP dijo...

Jaramagos...

Tienes un don para musicar tus frases, un don rock. Un placer leerte. Volveré de visita.

Unknown dijo...

Wow! Este cortometraje es material anti-olvido. Me encantó.

Másdelomismo dijo...

Precioso documento... la ciudad está más "limpia", más pulida, como de postal, hoy.... pero aquello era sin duda más ciudad... Aparece mi ventana en el documental, y sigue estando igual....

Tamibén aparece el que fue mi barrio... divina antigua Alameda... y no el sinsentidodehoy