domingo, 9 de septiembre de 2012

Mikrovandalismus

Cumplimos un año más con el ritual de la playa, el chiringuito y demás. Sobre una mesa de un hotel de la costa almeriense quedó el periódico en el que un travieso cuarentón había añadido bigote y flequillo —ambos de innegable inspiración hitleriana— a una fotografía de Angela Merkel, con la débil esperanza de que este acto de microvandalismo (Shenu y sus lectores ya saben de lo que hablo) fuera advertido por alguno de los doscientos mil jubilados arios que se alojaban en el hotel y provocara un microconflicto internacional, al que no habrían de faltarle airadas protestas a la dirección del hotel y exageradas y serviles disculpas por parte de ésta. No pasó nada, que yo sepa. Pero humildemente creo que al cometer este y otros actos de parecida calaña (tal vez los desvelaré en mi memorias) he hecho méritos suficientes para ingresar en la "secreta conjura microvandalista". Aguardo respuesta de quien corresponda.

4 comentarios:

Jordi dijo...

Soy un adicto al microvandalismo, aunque mis acciones se limitan (de momento)a la burocracia. Miento como un bellaco al rellenar formularios, encuestas oficiales o comerciales, en los registros de los hoteles, en los blogs (el mío el primero), etc. Destruir el sistema burocrático es el primer paso para no sé qué.

M. dijo...

Hoy di un nombre falso además mi propio teléfono móvil como número para caso de emergencia en la agencia por la que viajaré al sur a pasar las fiestas patrias. Imagino la lúgubre escena microvandálica en la que, tras un desafortunado accidente al que no sobrevivo, llaman para dar las malas noticias a mis familiares mientras de mi restos comienza a sonar un estridente ringtone. Hasta pronto camaradas.

Unknown dijo...

en España son muy creativos para eso del microvandalismo. Ahora trato de pensar en su equivalente mexicano pero se me hace que lo que se le podría parecer no tiene mucha inteligencia de trasfondo.

SBP dijo...

¿Decir que NO por sistema, cuenta?