Me voy, te dejo y te abandono, Santamaría Sur. Y qué lejos te veo ya. A dos semanas tan solo de la Gran Patada en el Culo y qué pequeñita ya, Santamaría, qué cosa insignificante y remota y ajena eres. Con tus trenes y tus vinos peleones y tus malas artes de pueblerina resabiada ¡queda con Dios, mujer!
Qué reservorio de anécdotas catetas, sin embargo, para esas noches del último invierno.
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