
Releo la anterior entrada de este mi diario publicable y me viene a la mente cierto cuadro de Hopper en el que unos personajes solitarios beben en un bar típicamente americano de los años cuarenta. También hay que decir que esta mañana he leído en mi despacho algunos párrafos de El largo adiós. Por alguna razón -que tal vez me aclaren estas líneas- el libro se me vino a las manos. Hopper, Chandler. El deseo de leer a Vázquez Montalbán. Los prejuicios ya superados que durante años me impidieron leer novela negra. Uno de los libros que me marcaron en la adolescencia fue Llamad a cualquier puerta. ¿Por qué lo que nos dio placer a los quince o dieciséis años no habría de gustarnos a los cuarenta? En todo caso, evitar cuidadosamente los peligros de la relectura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario