domingo, 17 de enero de 2010

UN ENCUENTRO

Nos saludamos de acera a acera (hacía frío, serían las diez de la mañana, para él demasiado temprano y para mí un poco tarde); fue él quien cruzó la calle para estrecharme la mano, y mientras nos apretábamos las manos (la mía helada, la suya áspera y tibia) y nos decíamos las palabras que suelen decirse en estos casos, cuando dos conocidos se reencuentran después de muchos meses, años tal vez, de no tener noticias el uno del otro, me fijé, nadie habría dejado de hacerlo, en la esclerótica de color amarillo y en las patillas recortadas en forma de hacha, esclerótica amarilla que me hizo pensar en una posible hepatitis y patillas (magníficas patillas) que me hicieron sentir, lo reconozco, un poquito de envidia, pues siempre he querido tener unas patillas como las de Elvis. Le pregunté adónde iba y él me dijo que al juzgado (no me sorprendí, la verdad), tenía que presentarse allí cada quince días mientras durara el proceso, amenazas a un agente de la autoridad, según deduje de sus prolijas y no pedidas explicaciones. "Alguien dijo que yo llevaba un cuchillo, pero ¿dónde está el cuchillo? Allí no había ningún cuchillo, nadie pudo ver un cuchillo." Yo le dije que no se preocupara, que sin antecedentes (recalqué las palabras sin antecedentes) no iría a la cárcel por aquello. A mí la cárcel no me preocupa, dijo alegremente, como si no quisiera otra cosa en la vida que verse encerrado. El abogado de oficio, al parecer, también opinaba que no iría a la cárcel. Si tuviera dinero, habría ido a hablar contigo, dijo como excusándose, pero ahora estoy parado. Y sin solución de continuidad, añadió: voy a ser papá. Le di la enhorabuena, ¿qué otra cosa podía hacer? Luego me dijo el nombre del abogado (no lo conozco) y que el bebé nacería en agosto. Me ofrecí a ayudarlo en lo que estuviera en mi mano, una manera de decir que no podía hacer nada o que no estaba dispuesto a hacer nada por él, y él me dio las gracias. Sentí que la conversación estaba a punto de acabarse, así que le pregunté por su hermano, mi amigo A; por guardar las formas o porque realmente me interesaba saber qué era de mi amigo A, no podía dejar de preguntarle por su hermano. Mal, dijo él entonces, y su tono de voz, antes alegre y despreocupado, realmente alegre y despreocupado a pesar de los problemas (proceso judicial, pobreza, paternidad inminente, posible enfermedad hepática, aunque tenía en general un aspecto de lo más saludable), se volvió lastimero; y no era del todo una comedia aquel cambio de tono, no, no era una comedia, pero tampoco vi verdadera pesadumbre. Mal, mal. Apenas sale de casa, no tiene trabajo, tampoco lo busca. Mal. Vaya, dije yo sin saber qué decir. Me di cuenta de que ninguno de los dos quería hablar de aquello. No sigas por ahí, me dije. Sonríe, mira el reloj y excúsate, vuelve a estrecharle la mano, deja que pueda recuperar su buen humor y que se marche. Durante un segundo se me pasó por la cabeza la idea de ir a ver a mi amigo, de telefonearlo al menos. Si es que seguía teniendo teléfono. A su hermano no iba a preguntárselo, pensé que eso de alguna manera me comprometería. Así que no dije nada más que hasta luego, y cada cual se fue a lo suyo.

4 comentarios:

Unknown dijo...

buen relato

Luis dijo...

Muy grande el relato, cuñaooo...

Cuando he visto el título pensé que ibas a poner la letra de Triana: "...Al cruzar la calle álguien me llamooooó, con un gesto extraño y que no entendiiií, me tendió la mano y me deseooooó, una nooooche blanca y carmiiiiiín...."

Grandioso, el relato, "Un encuentro" de Triana y el blog.

Cuñaooo, si fuésemos más pretenciosos seríamos famosos en el mundo entero, viendo lo que hay por ahí...
Por cierto, noto en falta en el santoral a Sergio Leone…

Tu cuñao Sevillista de Diamante.

C. B. dijo...

Pues a mí, la verdad, es que me parece más bien malo. Pero bueno, se agracede el entusiasmo. Un saludo.

Luis dijo...

Cuñaoooo..., es bueno en su esencia, sin tener en cuenta sus valores literarios.

Es como Sr. Troncoso, es una historia absurda, pero grandiosa a la vez.

Ta luego, cuñaoooo....