Lo crean o no, estoy leyendo Bouvard & Pécuchet. Lo hago por gusto, porque he descubierto que tengo una fe ilimitada en Flaubert. Él sabrá adónde me han de llevar ese par de idiotas; yo, obediente, crédulo, me limito a seguirlos página tras página sin hacerme demasiadas preguntas. Flaubert en agosto. ¡Cualquier cosa!
Y entreverada, la prosa elegante, pedagógica y descaradamente maniquea de nuestro viejo conocido Stefan Zweig: fragmentos elegidos al buen tuntún de La curación por el espíritu y El mundo de ayer. Lecturas edificantes, qué duda cabe. Uno, a su edad, no se contenta con menos ni espera llegar a más.
He aquí el verano y sus lecturas.
1 comentario:
Soy muy partidario de dejarse llevar y del tuntún (y no solo con la lectura de los clásicos en verano). Saludos.
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