martes, 11 de agosto de 2009

CANSA, PERO NO ABURRE

Acabado La Calera. Ahora toca 2666 de Bolaño, que es tocho gordo y jugoso.
Leer a Bernhard cansa, no porque sea difícil, ya dije que no lo es, sino porque el lector no encuentra en el texto asideros ni espacios en blanco ni zonas de esparcimiento ni puntos y aparte ni áreas de descanso ni capítulos numerados ni bancos en los que sentarse un rato a echarle pan a los pajaritos ni nada de lo que comúnmente suele ponerse en una novela para que al lector se le haga menos fatigoso (y más reconocible) el camino. Cansa, pues, Bernhard. Pero de ningún modo aburre.

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