sábado, 5 de diciembre de 2009

ANDREI TARKOVSKI, HERMANN BROCH Y LOS MUROS DE LA INFANCIA MÍA

Tarkovski filma para mí. Eso es así y no cabe discutirlo. Filma las casas viejas de mi infancia, los charcos de mi infancia, las paredes húmedas y desconchadas de mi infancia, las máquinas herrumbrosas y los jaramagos y los silenciosos perros de mi infancia. Filma mis sueños y mis recuerdos, sean estos reales o inventados. Filma los juegos a los que yo jugaba de chico, aquellas incursiones por el solar que había junto a la casa de mis abuelos, en la calle Atienza, en el que nos colábamos mi hermano y yo por un agujero excavado en el muro. (No se me va de la cabeza esa tira de tela anudada a una tuerca, o esa tuerca con una tira de tela anudada, que una y otra vez arroja el protagonista de Stalker para mostrar a sus acompañantes el tortuoso camino que los llevará a la habitación donde sus deseos serán cumplidos, si es que se atreven a entrar en ella... Yo he jugado de niño a ese juego, yo, que vi Stalker por primera vez hace una semana. El solar de la calle Atienza era la Zona y yo no lo he sabido hasta ahora.) Tarkovski filma la casa de mi niñez, que es a un tiempo la casa que habito en mis sueños, y filma también las casas abandonadas que yo exploraba con mis amigos cuando apenas tenía diez años. Tarkovski me hace el inmenso favor de poner ante mis ojos lo que de otro modo no podría ver más que en mis sueños y en mis recuerdos. Y eso es de agradecer. Mucho. Mi infancia es una película de Tarkovski.
Y Hermann Broch escribió para mí el relato Una leve decepción, del que copio algunas frases que parecen sacadas de mi propio almacén mental: "Surgía la esperanza leve de que la ciudad se abriera de nuevo al campo." "La pared no tenía ninguna abertura en la planta baja, pues habían cubierto con ladrillos las puertas y las ventanas." "Casi era increíble que existiera un espacio libre tan grande a la espalda de los edificios comerciales." "Si se escuchaba atentamente, se oía funcionar una máquina." "Se divisaba un vasto panorama, por lo visto la casa era mucho más alta de esta parte..." "...allá en las montañas que reverdecían bajo el dorado mediodía, en los campos que se extendían a un lado, claros y brillantes." "...y vio un laberinto de tejados, cubiertos unos con tejas, otros con horrible cartón negro..." "...como si lo persiguieran, bajó a saltos la escalera, aunque dándose cuenta de que había numerosos dibujos obscenos en la vieja pared; parecían pintados por un niño." "Le sorprendió que la casa de la que acababa de salir se prolongara hasta aquel barrio, en realidad bastante alejado." El relato de Broch transcurre en la casa donde transcurren mis sueños.
Hay en la calle Atienza una casa cuya puerta nunca he visto abierta. Un día Lola pasó por delante de la casa y vio que la puerta estaba abierta; detrás de la puerta había un jardín enorme, frondoso y salvaje. Yo he soñado muchas veces con ese jardín secreto que nunca he visto. O tal vez sí lo he visto y he olvidado que lo he visto y he preferido creer que lo he soñado.

No hay comentarios: