De un antiguo compañero del colegio al que llamábamos el Vegetal porque se parecía más a una planta que a un ser humano (no hablaba, apenas se movía, su cara parecía incapaz de expresar sentimientos), puede decirse, parafraseando aquello que se decía del cardenal Ratziger cuando lo hicieron Papa: tuvimos que hacerlo notario para verlo sonreír.
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